lunes, 4 de julio de 2011

Pero que tonto!!!!

Y es que... la propia existencia a veces nos puede llegar a un final digamos... extraño. Y para muestra un botón, algunas de las muertes más tontas que he leído.




Mi preferida para empezar:

En Francia, Jacques LeFevrier quiso asegurarse de su muerte cuando intentó el suicido. Fue a la cima de un acantilado y se ató un nudo alrededor del cuello con una soga. Amarró el otro extremo de la soga a una roca grande. Bebió veneno y se incendió la ropa. Hasta trató de dispararse en el último momento. Saltó al precipicio y se disparó al mismo tiempo. La bala no lo tocó pero al pasar cortó la soga sobre él. Libre de la amenaza de ahorcarse, cayó al mar. El repentino zambullido en el agua extinguió las llamas y le hizo vomitar el veneno. Un pescador caritativo lo sacó del agua y lo llevó a un hospital, donde murió… de hipotermia.


Una dieta terrible y una habitación sin ventilación se han indicado como las causas principales de la muerte de un hombre a quien su propio gas lo mató. No había señal alguna en su cuerpo pero la autopsia reveló grandes cantidades de gas metano en su sistema. Su dieta consistía principalmente en legumbres y coliflor (y algunas otras cosas): una combinación perfecta de alimentos. Aparentemente, el hombre murió mientras dormía por haber respirado la nube venenosa que flotaba sobre su cama. Si hubiese estado fuera, o si hubiese tenido la ventana abierta, no habría sido fatal. Pero el hombre estaba herméticamente encerrado en su habitación aislada. Era "...un hombre obeso con una gran capacidad para crear (este gas peligroso)." Tres de los rescatadores se enfermaron y uno fue hospitalizado.



En julio, un hombre de 28 años se ahogó en Mount Clemens, Michigan (EEUU), en una piscina de un complejo de apartamentos mientras ganaba un juego con amigos sobre quién podía contener el aliento por más tiempo.


Un sacerdote católico subió a los cielos en una serie de globos de helio, a semejanza de la aventura aérea de Larry Walters. Larry, el apreciado superviviente de una aventura digna de Darwin, unió 45 globos meteorológicos de helio, cogió un almuerzo tipo picnic, y cortó las ataduras; pero en vez flotar por encima del paisaje de Los Ángeles como estaba previsto, fue vertiginosamente lanzado a las vías de tráfico aéreo por el fuerte impulso de los globos.


El sacerdote tomó numerosas precauciones de seguridad, incluyendo el uso de una traje de supervivencia, la selección de una silla resistente, un teléfono vía satélite y un GPS. Sin embargo, el difunto Adelir Antonio cometió un error fatal.

No sabía cómo utilizar el GPS.




¿A que os sentís un poquito menos tontos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja. Me parto con la primera. Espero que no sea un caso de 'Black Stories'...¡sería imposible de resolver!